La política es el drama humano de más amplio registro de las conductas y emociones humanas. En ella cabe todo el amor, odio, traición, solidaridad, heroísmo, vanidad y otras tantas singularidades de la lucha por el poder. Así ha sido siempre a lo largo del difícil y tortuoso camino del progreso social, en cada período histórico y en el marco de sistemas sociales injustos, con clases dominantes feroces, crueles y sin escrúpulos como la capitalista. Esta clase social se ha vuelto la beneficiaria de su larga experiencia a lo largo de centurias por volver su sitial de dominación inexpugnable y afirmar su dominio sin reparar en los costos ni consecuencias. Traigamos como ejemplos las guerras mundiales y otras pequeñas que han engendrado, como la que libra EE.UU. en Irak y el apoyo al genocidio palestino, entre otras barbaridades
Pero el devenir de la humanidad experimentó un giro dramático, cuando Carlos Marx logró poner sobre sus píes a la historia, volviendo diáfanas y comprensibles las fuerzas que la empujan hacia adelante y revelando los invisibles hilos que la volvían indescifrable. Los explotados dejaron de maldecir a la máquina y enfilaron sus energías para dejar atrás el ignominioso capitalismo. El mundo se preñó de revoluciones. Apenas a 145 años después de los inicios de la revolución industrial capitalista y de las ideas de Adam Smith que la sustentaron, surge el primer estado dirigido por los trabaja dores y el primer país socialista.
De aquí en adelante el mundo jamás volverá a ser el mismo, la idea de la superación de los modos de producción y con ella la humanización del ser humano, estuvo clara de una vez y para siempre. Hoy, a pesar de la aparente confusión y desilusión, la política moderna se divide en dos grandes campos enfrentados a muerte, los que se organizan para defender y perpetuar el sistema capitalista y los que se levantan organizados en su partido político para arrebatarles el poder y empujar la historia hacia delante. Los partidos políticos son la más alta expresión organizativa de una clase social, no se ha inventado otro modo de organización social humana en la lucha por el poder, de ahí el viejo anhelo burgués de desacreditar a la política y a los partidos políticos contrarios a ella. Eso sí, reservándose para su beneficio y defensa de sus intereses, la prevalencia de su partido político, cualquiera sea su nombre, siempre y cuando la represente a su turno en el poder.
En el Ecuador la crisis de credibilidad y el posterior descalabro de los partidos pro capitalistas, fue resultado de la profundización del neoliberalismo. El partido burgués (de cualquier denominación) ganaba elecciones, pero no cumplía sus ofertas. Ganaba mediante patrañas y mentiras, muchas veces sembrando el temor y la desinformación entre los votantes acerca de los peligros del socialismo. Una gran resistencia se fue gestando en este período muy rico en luchas, huelgas y levantamientos. El Ecuador enfrentó con éxito y heroicamente el vendaval privatizador neoliberal. Si bien pudieron feriarse algunas empresas y sectores de la economía, lo más importante: hidrocarburos, electricidad, telecomunicaciones y recursos de la tierra permanecieron como patrimonio de los ecuatorianos. A la universidad ecuatoriana se la defendió con dignidad y consecuencia. En el resto de América Latina arrasaron con lo que pudieron.
Los ecuatorianos aprendieron que la lucha no es en vano. Se creó así un gran espacio en la mente de votantes con amplia experiencia en frustraciones y desengaños con presidentes y partidos pro capitalistas que nunca cumplieron con lo ofrecido. El votante estuvo listo para sumarse a la gran corriente de cambio que ha estado presente y aunque muchas veces subterránea, esta, afloró para derrocar a los gobiernos entreguistas, represores, mentirosos y traidores; esto hoy es ejemplo de dignidad del pueblo ecuatoriano para el mundo.
La clase dominante frente a esto reacciona con furia. Unas veces estigmatizando a sus enemigos jurados, quienes se proponen construir sobre sus cenizas otra realidad y modo de organización social. Otras veces con la supresión brutal de la vida. Pero la lucha por el poder para cambiar la historia entraña estos riesgos. El que se haya sostenido con la resistencia y lucha la tendencia de cambio en el Ecuador, es patrimonio de todos quienes sueñan con una nueva sociedad. En las calles está probado quién es quién y de qué lado está. Los estigmas y descalificaciones de la clase dominante y sus medios de desinformación hacia los luchadores más temprano que tarde se evidenciarán como patrañas.
El ascenso hacia la humanización del hombre siempre será una conquista e infinito proceso de construcción, pues en lo humano, en tanto naturaleza, estará presente siempre la contradicción; la coherencia será fruto de una cruenta lucha interior dentro del ser. La política como instrumento de transformación de la realidad corresponde a los seres humanos conscientes y leales.
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